EL VIAJE DE CHIHIRO: A 21 AÑOS DE LA OBRA MAESTRA DE HAYAO MIYAZAKI
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El clásico que rompió las barreras que separaban a
la animación como expresión artística del resto del cine
El octavo largometraje de Hayao Miyazaki llegó al
corazón y al alma de los espectadores de dos formas muy claras: una es la
formal y la visual; la otra es la universalidad de sus mensajes. Todos somos
Chihiro. Y eso no es un eslogan, es cierto.
El núcleo argumental de la película se sostiene en una idea de la que se ramifican todas las demás: la maduración personal de Chihiro; es decir, la transición que todas las personas hacemos hacia la edad adulta. Aunque, en una lectura más amplia, se podría decir que es la transición hacia el cambio, cualquier cambio interior de una persona ante las circunstancias que le rodean.
Chihiro es una niña de diez años como cualquier otra de clase media en el Japón de principios del nuevo milenio: consentida, caprichosa, egoísta y sobreprotegida. Sus padres son quienes la han educado así, y es como Miyazaki quiere que lo veamos, tal y como hace este retrato en los primeros minutos de la historia.
Pero el día en que se mudan a un nuevo hogar, se
pierden durante el trayecto en coche y terminan en un parque temático
aparentemente deshabitado, un pueblo fantasma presidido por una imponente casa
de baños (algo muy arraigado culturalmente en Japón, quizá extraño a ojos
occidentales).
Sus padres son convertidos en cerdos y la niña se
da cuenta de que tiene que valerse por sí misma por primera vez en su vida. Tras
la confusión inicial, ella logra encontrar su propia voz y saca de su interior
todo lo bueno que la sociedad actual había adormecido.
Aunque en las formas veamos un mundo fantástico
habitado por brujas, dioses y seres extraños, lo que realmente vemos si es que miramos
más allá es cómo Chihiro se enfrenta a un mundo despiadado, corrupto y
manipulador.
Un retrato crítico de como nuestro propio mundo,
uno muy desafiante y arriesgado. Pero tampoco deja de lado cómo se puede
combatir: a través del esfuerzo y de las buenas acciones, del buen corazón y la
amistad, de la ayuda a los demás y del coraje de sobreponerse a las
dificultades. Sí todo eso lo cuenta ‘’El viaje de Chihiro’’.
No es poco, ¿verdad?
Con base en buenas y malas experiencias, Chihiro
aprende a sobrevivir en un mundo hostil, y esa será su salvación. Puede que
ella lo haga en un mundo fantástico e imaginario, pero queda claro que ese
mundo, muchas veces horrible, es un reflejo del nuestro.
Solo podemos sobrevivir a éste aprendiendo, no
aportando más maldad ni siguiendo la corriente a las masas sin juicio, sino
dando lo mejor de nosotros, aportando algo bueno que nos será devuelto de
muchas y gratificantes maneras. Ese es el verdadero trasfondo de ‘’El viaje de Chihiro’’, esa es la verdadera razón por la
que esta película rompió con todos los estereotipos.
Columna escrita por: José Alejandro González Meneses
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